domingo, 23 de octubre de 2011

Las trabajaderas de la Plaza

Durante mucho tiempo, y muchos números de nuestro boletín de hermandad, he estado escribiendo artículos que de alguna forma, a aquellos que lo leyeran pudiera incentivarlos a pertenecer a nuestra cuadrilla de costaleros. Yo ya vengo de vuelta en todo este mundo, ya que el año pasado cumplí veintisiete años debajo de las trabajaderas. Yo ya he perdido la ilusión del que empieza y veo la diferencia que existe entre aquellos que salían y los de hoy en día. Es obvio, que salir debajo de un paso ha dejado de estar de moda y los que vienen nuevos es porque realmente les apasiona vivir la estación de penitencia sudando, sufriendo y a la vez disfrutando de los esfuerzos. En estos años, hemos pasado de ser un grupo de hermanos que la hermandad se acordaba de ellos cuando hacían falta, a ser considerados parte importante, y cuidada de la estación de penitencia. Este proceso no ha sido fácil, ni siquiera poco doloso, ya que en el camino se ha quedado mucha gente, no sólo como costaleros, sino como hermanos de la hermandad. La gente se ha cabreado ante la dejadez de juntas de antaño, donde sólo te pedían el esfuerzo el viernes por la tarde, pero nunca se recompensaba con ningún gesto, sencillamente les daba igual. El costalero no era nadie, rectifico, nadie importante con quien pararse a escuchar los problemas. Desde mi punto de vista, a los que siempre fuimos costaleros hermanos, se nos machacó hasta tal punto que hubo una junta que permitió que un aprendiz de capataz de Sevilla nos llamase de todo en el salón de nuestro hermano Manuel. Y no pasó nada, siempre hubo quien quería al de fuera, al que cambió la forma de andar de nuestro cristo, a quien cambió la forma de mecerse de nuestra virgen, quien no se puso del lado de esos problemáticos costaleros que siempre se quejaban…. Pero al final resulta que se cambió, que llevábamos razón que no nos quejábamos por gusto. Y ese proceso se llevó por delante a muchos integrantes de la cuadrilla aunque mereció la pena. Apareció en nuestra hermandad como capataz D Luis León, con más currículum cofrade que nadie de los que habíamos tenido, pero con una actitud sencilla, tan sencilla que se ganó no solamente nuestro respeto sino nuestro cariño. En estos años en los que ha estado al frente de las dos cuadrillas de costaleros, se ha vigorizado, no sólo la actitud, también el número de muchos de los que vamos. Es un hombre afable, tranquilo, sencillo y humilde que ha sabido entender la propia idiosincrasia de nuestra corporación. Ha respetado tradiciones que sólo se pueden entender si uno ha nacido siendo de la Plaza. Conectó con todos nosotros y nosotros nos hemos identificados con sus valores personales y cofrades. Me parece que ha sido un tremendo acierto por parte de esta junta de gobierno, haber designado como próximo pregonero a este cofrade costalero, a alguien que se ha labrado un nombre en el difícil mundillo de la Sevilla cofrade sin tener ningún enemigo, siendo querido por todos. Con mi amigo Luis se ha conseguido que esta nueva junta que rige los destinos de la hermandad, haya accedido a consensuar las marchas que se tocan, con responsables que además de miembro de junta son del mundo costalero y el propio capataz. Todo lo que se interpreta está consensuado con quien es responsable de velar por los pasos en la calle, de velar por la salud de los costaleros. Evidentemente hemos vuelto a ganar mucho, ya que los años anteriores se intentaba tocar marchas fúnebres en la plaza, sin tener gente debajo lo suficientemente numerosa como para hacerlo. Se intentaban interpretar por los caprichos de quienes no se metían, de quienes no sabían lo que se sufría debajo. Yo mismo me he tenido que operar de una hernia tras una Virgen del Valle en las cercanías del templo. Yo soy testigo de cómo la gente ha llorado debajo de impotencia, de dolor, por el capricho de quienes nunca se había puesto una faja, nunca se había metido debajo pero mandaban que marcha tocar y en que sitio, aunque debajo fuésemos los justos. Y todo esto no sólo lo hemos sufrido los costaleros hermanos de la Plaza, también han estado esa legión de valientes que sin ser de aquí se han ganado el respeto y la admiración de todos.

Como no quiero extenderme, decir que la mayoría de problemas, incluida el cambio de parihuelas del paso de palio para disminuir el peso se está haciendo gracias a alguien que sin ser de aquí se ha ganado a todo el mundo. Alguien que ha devuelto a los que se meten debajo el orgullo de ser costaleros de esta hermandad, alguien que siempre con su cariño y buen hacer nunca te falla.

Y la guinda, es el reconocimiento a todo lo bueno que nos ha aportado con su nombramiento como Pregonero, algo que es difícil si no es tu hermandad. Sólo te deseo que lo disfrutes, pues con tu naturalidad y personalidad nadie te podrá pedir más de lo que ya nos has dado. Y sabes que seremos legión los que a tu lado estaremos ese día.

José Rodríguez-Delgado