Bueno, ya es una realidad lo que para mucho de los placeños siempre había sido un sueño, una esperanza, una ilusión, la reorganización de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús de los Remedios. Para los que como yo hemos nacido al son de nuestra banda, su desaparición siempre significó un vacío que ninguna otra banda pudo llenar. Como dije en mi pregón, los componentes de la banda del Cristo, hicieron de la "esquina Ibáñez" un lugar mágico, un lugar donde se dejaba la impronta de la Hermandad, donde se apuraban chicotás lentas y se sucedían marchas y marchas eternas. Con su desaparición el paso de mi Cristo ya nunca volvió a ser el mismo, faltaban sus niños con sus ansias, con sus ilusiones, con sus ganas de ser cofrades de melodías imposibles y redobles acompasados. Ellos se llevaron una parte de mi corazón y me dejaron el recuerdo imborrable de su devoción placeña. De aquellos niños, hoy tenemos hombres comprometidos, costaleros, miembros de junta, etc..., que son piezas indispensables en la vida de nuestra Hermandad.
Con la noticia de la reorganización, se pone en marcha un nuevo sueño, pero como todos los sueños para poder hacerlos realidad, tendrán que trabajar mucho y duro. El sacrificio, las horas, las noches de ensayos, los revesés, no deben de desanimaros sino al contrario, ayudaros a perseverar más en los objetivos marcados. Para todos los que pertenecemos a alguno de los colectivos de nuestra hermandad, debe de ser una prioridad ayudar a este nuevo grupo de hermanos músicos, darles toda la ayuda que podamos para que sean pronto una hermosa realidad. Mucha suerte queridos hermanos, os deseo el mayor de los éxitos porque la grandeza que consigáis, será grandeza para nuestra Hermandad.
Hay algunos, como el Teniente Hno. Mayor, que no pierde oportunidad de soplar una corneta y recordar. Esperemos que no sea el uniforme de verano pantaloncitos cortos y chanquletas......
Todavía hay sitio para pertenecer a nuestra banda, aunque la respuesta ha sido muy buena. Luis con camiseta blanca y morrillo de buen costalero, recordando sus tiempos de músico.
Mi sobrino Álvaro Arana, casi desde que nació, tenía el sueño de pertenecer a la banda de la Plaza. Si Dios quiere, en unos años no vestirás de terciopelo negro, sino de uniforme tras tu cristo. Que se cumpla tu sueño, sobrino.
La ilusión es el mayor tesoro de todos ellos, son momentos de felicidad para todos los hermanos de la Plaza, hay que ser pacientes pero ellos marcarán una nueva época en nuestra corporación.
En la imagen Antonio Tovar, uno de los padres de esta querida reorganización de nuestra banda, atento al discurrir de los primeros ensayos del cuerpo de tambores. Realmente yo estuve en el quinto día de ensayo y los chavales prometen bastante.
